¿Hay alguien ahí?
Ser enterrado vivo es probablemente uno de nuestros mayores miedos colectivos. Pensarlo es realmente aterrador. Es aún más aterrador saber que muchas personas vivas han sido enterradas accidentalmente a lo largo de la historia. La gente de la época victoriana estaba tan asustada ante esta posibilidad que decidió hacer algo al respecto.
Patentaron diseños de ataúdes seguros. Estos ataúdes venían instalados con una cuerda en el ataúd conectada a una campana u otra alarma que estaba sobre el suelo. Así, en caso de que alguien fuera enterrado vivo accidentalmente, podría pedir ayuda cuando despertara. Algunos historiadores atribuyen este miedo exacerbado y las invenciones posteriores a los relatos cortos de Edgar Allan Poe y a las constantes epidemias de cólera en Europa y Estados Unidos.