Capucha puesta
A menudo, tenemos que quitarnos la capucha de la sudadera para evitar que nos perciban como una amenaza o como alguien que trama algo malo. Por desgracia, esto se debe a los estereotipos negativos y a los prejuicios raciales que asocian a los encapuchados con comportamientos delictivos. En algunos espacios públicos, como centros comerciales o edificios gubernamentales, puede haber hasta códigos de vestimenta formales.
Debemos elegir no ponernos la capucha para evitar posibles conflictos o malentendidos. Es solo una de las muchas pequeñas formas en que el racismo del sistema puede afectar a la vida cotidiana y limitar la expresión personal. Tenemos que reconocer y cuestionar estos prejuicios dañinos y trabajar para crear una sociedad más igualitaria e inclusiva.