Ladrón de teléfonos
La siguiente historia me parece muy satisfactoria, porque el bravucón no solo obtuvo su merecido de inmediato y de forma muy real (ir a detención no es divertido), sino que también experimentó la frustración y la sensación de injusticia que provocaba en el escritor de la historia.
Porque, ¿cuán irritante sería meterte en problemas por usar tu teléfono en clase cuando, técnicamente, ni siquiera es tu teléfono? Pero argumentar que no tenías el teléfono fuera en clase significaría que tendrías que admitir que habías robado el teléfono de otro sitio. Apuesto a que este chico estaba echando humo mientras estaba sentado en detención, y ese pensamiento me llena de alegría.