Hay que hacer algo
Jacob se quedó incrédulo, con la mirada fija en la escena que tenía delante. La realidad era cruda; su vecino había estado utilizando furtivamente su manguera y, por extensión, su agua, para nutrir su césped y rellenar su estanque. La conexión directa de la manguera al suministro de agua de Jacob lo dejaba bien claro: él estaba pagando involuntariamente la factura de su consumo de agua. Esta revelación justificaba el inexplicable aumento de sus gastos. Una oleada de indignación lo invadió al pensar en un robo tan deliberado. La audacia del acto lo dejó furioso. Decidido a hacer frente a esta infracción, Jacob se preparó para enfrentarse al audaz vecino, decidido a poner fin a la inoportuna explotación.